En el baldío de los vidrios rotos y los perros sin dueño,
durante la madrugada, igual que reyes magos,
durante la madrugada, igual que reyes magos,
una troupe de freaks con sus carromatos,
con paneles percudidos que jamás fueron nuevos,
han montado el Callejón de las Atrocidades.
Con sinestesia de murciélago,
en dirección a la luz de la música de bronce
(bocinas grises, floripondios de latón
que transforman en enigma disonante
lo que supo ser arquetipo y pentagrama),
la muchedumbre que come al divertirse
desciende -como las limaduras de hierro de Oscar Wilde
que iban al imán por su propia voluntad-
a la colorida promesa, abisal como el centro de la tierra:
donde toda dirección es hacia arriba
y seguir descendiendo es imposible.
Aunque actúan como zombis
con paneles percudidos que jamás fueron nuevos,
han montado el Callejón de las Atrocidades.
Con sinestesia de murciélago,
en dirección a la luz de la música de bronce
(bocinas grises, floripondios de latón
que transforman en enigma disonante
lo que supo ser arquetipo y pentagrama),
la muchedumbre que come al divertirse
desciende -como las limaduras de hierro de Oscar Wilde
que iban al imán por su propia voluntad-
a la colorida promesa, abisal como el centro de la tierra:
donde toda dirección es hacia arriba
y seguir descendiendo es imposible.
Aunque actúan como zombis
una íntima sospecha, caldera pútrida
de oscuro crepitar y presencia inmanente
de oscuro crepitar y presencia inmanente
acallada hasta ahora en los coletos de esta multitud
-ya se sabe, el viejo arte de desconocerse-
rompe sus ligaduras como un simio gigante
y obliga a todos a percatarse de la estafa:
aquello que el Maestro de Ceremonias
oferta por centavos, a los gritos,
aquello que el Maestro de Ceremonias
oferta por centavos, a los gritos,
subido a su abigarrado púlpito,
es la mentira peor urdida de la Historia:
la Mujer Gorda hace siglos que no come,
anoréxica al fin a causa de las fotos
que vio en las revistas de la peluquería;
el Hombre de Goma está resquebrajado
y un dolor de burlete
lo tiene rígido y postrado sobre un jergón de paja;
la Bella Odalisca está tan desmejorada,
adicta sin remedio a la droga de la histeria,
que sus ojos sucumbieron a los pozos sin fondo
del bleque de admirarse solamente a sí misma;
la Dama-Araña ya no teje su tela plateada
soñando despierta, estática en su jaula,
es la mentira peor urdida de la Historia:
la Mujer Gorda hace siglos que no come,
anoréxica al fin a causa de las fotos
que vio en las revistas de la peluquería;
el Hombre de Goma está resquebrajado
y un dolor de burlete
lo tiene rígido y postrado sobre un jergón de paja;
la Bella Odalisca está tan desmejorada,
adicta sin remedio a la droga de la histeria,
que sus ojos sucumbieron a los pozos sin fondo
del bleque de admirarse solamente a sí misma;
la Dama-Araña ya no teje su tela plateada
soñando despierta, estática en su jaula,
con el rol protagónico
de la próxima secuela de un film de superhéroes.
de la próxima secuela de un film de superhéroes.
Muchos de los monstruos que anuncian los carteles
han muerto, y ni siquiera han retirado sus restos.
La chusma se enardece y amenaza incendiar todo
y el siniestro total se cierne, inevitable:
Espumarajos biliares brotan de sus bocas
que se confunden con los "copos de nieve"
que el Hombre con las Uñas Más Sucias del Mundo
hace instantes pescaba con varitas de mimbre
de un centrífugo hornito de azúcar a pedal;
La chusma se enardece y amenaza incendiar todo
y el siniestro total se cierne, inevitable:
Espumarajos biliares brotan de sus bocas
que se confunden con los "copos de nieve"
que el Hombre con las Uñas Más Sucias del Mundo
hace instantes pescaba con varitas de mimbre
de un centrífugo hornito de azúcar a pedal;
los niños tomados de la mano de los padres
sin dejar de comer pochoclo
avanzan arrasando las tiendas y tablados.
La troupe corre hacia el río para salvar si es posible
sus vidas, de valor ínfimo para las autoridades
pero distinto de cero -al menos para ellos-,
con negras aguas hasta el cuello
La troupe corre hacia el río para salvar si es posible
sus vidas, de valor ínfimo para las autoridades
pero distinto de cero -al menos para ellos-,
con negras aguas hasta el cuello
observan y esperan que arda el Mundo.
Pero el pogrom ha llegado a los Espejos Deformantes
y a la luz de sus teas -un cliché que han de perdonarme-
el milagro estalla en un instante congelado:
las ondas azogadas de los vidrios rayados
compensan con metafísica precisión
la imagen aterradora de la masa
que sorprendida al límite de sus entendederas
se refleja transformada de goyesco esperpento
en bucólica estampa prerrafaelista.
La antorchas escapan de las manos
de los arrobados Narcisos
y, como han regado aserrín en el fangoso baldío,
todo arde de inmediato, hasta la misma chusma,
Pero el pogrom ha llegado a los Espejos Deformantes
y a la luz de sus teas -un cliché que han de perdonarme-
el milagro estalla en un instante congelado:
las ondas azogadas de los vidrios rayados
compensan con metafísica precisión
la imagen aterradora de la masa
que sorprendida al límite de sus entendederas
se refleja transformada de goyesco esperpento
en bucólica estampa prerrafaelista.
La antorchas escapan de las manos
de los arrobados Narcisos
y, como han regado aserrín en el fangoso baldío,
todo arde de inmediato, hasta la misma chusma,
tan inflamable por su alto porcentaje lipídico
que chisporrotea el aceite que destilan los cuerpos,
que chisporrotea el aceite que destilan los cuerpos,
líquidas llamas que se escurren entre la basura;
el sonido no se diferencia en absoluto
de la estática que siguen propalando las bocinas,
la banda de sonido accidental
de este apocalipsis de feria de atracciones.
el sonido no se diferencia en absoluto
de la estática que siguen propalando las bocinas,
la banda de sonido accidental
de este apocalipsis de feria de atracciones.