martes, 20 de febrero de 2007

Anquincila


Hay un mundo de espinas, sol y roca
y arroyos que susurran al humano
lo mezquino del mundo ciudadano
que no sacia, aunque llene la boca.

En ese mundo la cigarra toca
su chirrido, adjetivo del verano;
los cebiles arañan el arcano
del cielo, donde todo desemboca.

Los parches estremecen al varano
que bajo peña sus escamas troca,
si en el coleto se vertió la loca

cordura del sampedro soberano:
cuando su elixir la Unidad invoca
los dos mundos por poco no se tocan.