domingo, 21 de enero de 2007

Las vacaciones

¡ Hacia las tierras de Güemes, y más allá!

martes, 16 de enero de 2007

Galileo


Hoy me emocioné escuchando esta canción de Alberto Muñoz. Me transmitió la amargura de Galileo, alimentada de la crueldad de sus contemporáneos, de la indiferencia de los "sabios" de la academia, de la frivolidad de los legos; todos ellos impedidos de vislumbrar los nuevos mundos del pensamiento de que él les mostraba la puerta. Y -con un escalofrío- me recordé que ese estado de cosas no ha sido desterrado al pasado de la historia, que en muchos lugares ciertos saberes son aún más demoníacos, que en los entornos que frecuentamos, en cualquier momento pueden nacer nuevas inquisiciones, y que en cualquier sitio se puede estar muy, pero muy solo.

EL HOMBRE QUE ACERCABA EL CIELO

Galileo acercaba el cielo
y los no creyentes lo ponían lejos
Galileo acercaba el cielo
y los no creyentes lo ponían lejos

con una lente holandés
pudo ver todo al revés

La luna no era luna
que el sol era un sol feo
manchado y egocéntrico
capaz de hacer girar
todo alrededor de él

¡No, Galileo!¡No, Galileo!
¡No mientas Galileo!
¡Son sólo tus deseos!

Además...
¿A quién le vas a rezar?
¿A quién le vas a rezar?

El sistema de Ptolomeo
sabe más que el de Galileo
El sistema de Ptolomeo
sabe más que el de Galileo

Además...
¿A quién le vamos a rezar?
¿A quién le vamos a rezar?

La gente se atropellaba
por las calles de la vieja Padua
mirando por el lente raro
a las mujeres
que se estaban desnudando

Con una lente holandés
pudieron ver todo al revés

Ni niñas ni mujeres atrevidas
eran hombres
preparando las hogueras
en nombre de la Tierra
y de las Santas Ideas

¡No, Galileo!¡No, Galileo!
¡No mientas, Galileo!
¡Son sólo tus deseos!

Además...
¡Anda a contarle al obispo
lo que en el cielo tú has visto!
¡Anda a cantarle al obispo
lo que en el cielo tú has visto!

Galileo fue llamado
por el Santo Oficio congregado
la ciencia y el cielo en camas separadas
la verdad siempre ha sido soltera

Y nos mira con cariño
como una madre a su niño
Y nos mira con cariño
como la madre a su niño

Mientras tanto todo el vecindario
seguía mirando por el lente raro
descubriendo satélites de Júpiter
anillos de Saturno y la Vía Láctea

con una lente holandés
pudieron ver tal como es

La ceguera la llevaba el Santo Oficio
pero fué Galileo y reintegró la vista
el hombre que agrandaba el cielo
fue reducido por un carcelero

¡No, Galileo!¡No, Galileo!
¡No mientas Galileo!

Hoy, 22 de junio de 1633, Galileo Galilei abjurará públicamente de sus errores, porque tanto él como Copérnico, y como todos aquellos que han instalado en el cielo un sistema de... (sigue en una especie de alemán).

Kepler, mi querido Kepler, cómo me gustaría tenerlo aquí junto a mí para poder reírnos juntos, aquí en Padua está el más importante filósofo, al que le he pedido repetidas veces que venga a ver el cielo con mi lente, pero se niega, se niega, obstinadamente se niega.

El gran pez americano, Melopea, 1987

miércoles, 10 de enero de 2007

Menos a plomo

En una de ésas no vale mucho la pena, pero quería mostrar el diseño verdadero de este poema, posteado con anterioridad. Fue craneado como "poema concreto" antes de ser escrito, de manera que sentía que no se le estaba haciendo justicia a un aspecto suyo que -a despecho de la calidad de la obra- es fundamental. Como sea, ahí está:



Traducciones

"...ya dejé de traducir de otras lenguas, ahora miro pasar los trabas que brotan a rolete acá donde yo vivo, ellos son traducciones de la carne, que quedan horrendos igual que los millones de poemas mal traducidos que existen en el mundo".

(Daniel Durand, poeta estrevistado por el señor de abajo)

sábado, 6 de enero de 2007

Tres sonetos alejandrinos

Les prometo que en una próxima entrada postearé algo de José Reigadas Tarnós, de quien aprendí lo que era la poesía didascálica. Por ahora, un experimento demasiado ambicioso, creo, para mi capacidad, pero un desafío imposible de evitar para mi lado petulante.

ARQUETIPOS

I
Quizás en un estado alterado de conciencia,
en un negro letargo, subterráneo nepente
-¿
amanita muscaria o el vino de Occidente?-,
fue posible que el Griego batiera su sapiencia


dentro de un nuevo molde: intuyó las esencias
que brindan a este mundo sustrato permanente;
desde el fondo del sueño, eternas y silentes
las Ideas se mostraron, sin velos, a su ciencia.


"Las cosas y las cosas que forman otras cosas"
dijo, "son como sombras que proyecta una estatua:
lo real e inmutable, la verdad minuciosa


se ordena en ese mundo Ideal, nunca en la fatua
y efímera mentira del nuestro: mariposa
que en la misma jornada nace, crece y se infatua".


II
La cinta indivisible que las transformaciones
revelan como el flujo inefable de las horas,
fundando y destruyendo imperios y naciones
con su infalible arma, la lanza del Ahora,


En la tierra de Escoto, en las estribaciones
del siglo largo, hace surgir la pensadora
testa de d'Arcy Thompson, el padre de nociones
que demuestran sin tacha: "Lo virtual colabora


en la hechura del mundo". Ve que en mil situaciones
el Número diseña la forma de la flora
y la fauna; descubre que en sus evoluciones


un patrón determina la fuerza creadora
de la Vida, cantante que guía sus canciones
con una matemática batuta directora.


III
Cual el gobi, que en lodo primordial sumergido
mira al cielo, anhelante, con míope deseo,
yo, que estoy bien abajo, me esfuerzo y cogoteo
las cimas que d'Arcy y el Griego han merecido;


y entre sus vastas frentes gloriosas entreveo
el puente que a sus ciencias les tiende el parecido:
en Platón, un trasmundo contiene un Coliseo
indestructible, etéreo, del que emana el sentido


del que en Roma se cae como en un lloriqueo;
para Thompson, la grilla es andamiaje regido
por inmutables leyes que no tienen recreo


en su rol, que el Río tenga el cauce sugerido
que eternamente sigue, como al hado Teseo
que -tras el hilo- cree que es él que ha decidido.

lunes, 1 de enero de 2007

Wilcock II

Inquietantes resonancias de un texto de Juan Rodolfo Wilcock de 1960 con el tratamiento del reciente asesinato de Nora Dalmasso, en Río Cuarto (la tierra de Juan Filloy), Córdoba:

Periodismo romano
Los diarios romanos dan cuenta del desarrollo de la investigación hecha en relación con la muerte de una rica señora.
Como "el asesinato ha tenido lugar en un ambiente de personas sin tacha", después de haber nombrado a los protagonistas del hecho, el diario declara: "El nombre del asesino no está incluido entre los que hemos nombrado" (algunos días después se descubre que era justamente uno de ellos). Una vez eliminados los sospechosos, queda el problema de llenar de alguna manera el espacio: para esto sirven las hipótesis contradictorias. Efectivamente, en la misma edición leemos: "Muy probablemente no nos encontramos ante un homicidio voluntario, sino ante uno no premeditado; el asesino habría llevado a cabo su horrendo delito en un imprevisto rapto de ira", y más abajo: "Debemos repetir una vez más que el homicida ha actuado con tal metódica premeditación y con tan perfecto cálculo como para desalentar al más astuto de los investigadores". Aunque haya salido a la luz "un nuevo e importantísimo elemento que podría también ser definitivo... por respeto a la ética profesional y por deber cívico no podemos revelarlo". Mientras tanto, el público podrá gozar esta delicada descripción de la víctima: "El cuerpo de la mujer, vestido de seda negra con pequeñas flores amarillas y rojas y hojas verdes desdibujadas, yacía detrás de una ventana vidriada en un ataúd de caoba, revestido con un acolchado de satén bermellón, con un festón de rosas talladas por afuera e interiormente forrado de cinc".
Efectivamente, "su cadáver ha dicho todo lo que un cadáver puede decir; la mujer murió asesinada así como se muere por un mal natural repentino: cuando sintió la presión en el cuello comprendió que, irreparablemente, era el final". Además de las revelaciones que se obtuvieron de este modo a través de la contemplación de la difunta, lo que interesa saber es qué come el viudo: "A mediodía, después de diecinueve horas de interrogatorio, le llevaron del restaurante de Piazza Nicostra una sopa, dos huevos con ostras y un cuarto de vino. Después ha solicitado un café y diarios, en los que ha leído con vivo interés los resultados de la investigación".
(De Hechos inquietantes, Editorial Sudamericana, 1998)