domingo, 27 de abril de 2008

Acerico


Aunque vos raramente has enhebrado
-Perezosa y mental- de acero el ojo,
Aun así, diariamente y con enojo,
Mi acerico dejás atravesado.

Yo no sé si se trata de un porfiado
Caprichito, de algún hastiado antojo;
Pero de tus fruncidos labios rojos
Los dardos van directo a mi costado.

Si la piel fuera paño, nula huella
La aguja dejaría, y el relleno
Si estopa o algodón, igual de bueno;

Mas de espíritu y carne, sangre y pella
Mi acerico fue creado, y aunque pleno,
Así lo vas llenando de veneno.

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