miércoles, 28 de mayo de 2008


Después del rayo oscuro que en enero
Quitome los candiles que a mi vera
Echaban en la senda la primera
Luz clara que alumbró mi derrotero,

Más ciego que el murciélago certero
-Que sólo con el eco mejor viera-
Maldigo mi destino y mi ceguera.
Mejor fuera que nunca mi sendero

Hubiera sido herido por el día,
Pues antes ignoraba lo sombría
Que estaba la vereda de mi suerte:

Si abrí los ojos sólo para verte,
Lamento haber dejado el mundo inerte
Y mal vivir tu ausencia y mi agonía.

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